viernes, octubre 31, 2008

La visita de los primos "equinómanos"

Gracias al actual Rey de Malasia (los nueve sultanes de los estados malayos se turnan para serlo) y su entusiasmo por los caballos, se organizó aquí una competencia de "endurance" para la que clasificaron dos caballos de Costa Rica. Si no hubiera sido por esas felices coincidencias, mis primitos equinómanos no hubieran planeado venir a visitarnos.

Oscar ya tenía planes desde el año pasado, mientras que Opi y Ana se apuntaron hace unos meses y luego Sergito Fernández y su esposa Bevy, cuyos planes finales no supe hasta ayer.

La cosa fue que Oscar, Opi y Ana llegaron aquí el lunes en la tarde; los topamos en el aeropuerto, donde confesaron que ninguno de los tres había apuntado ni mi teléfono ni mi dirección (todo estaba en emails), así que si no hubiéramos llegado habría estado interesante.

Opi y Ana se quedaron en un hotel bastante nuevo aquí cerca y Oscar que quedó en la pensión Junkov/Fernández. Esa tarde nos los llevamos a caminar a los Jardines del Lago para mantenerlos despiertos y luego fuimos a comer comida india.

El martes, Oscar y yo bajamos a desayunar típico y luego nos encontramos con Opi y Ana y nos fuimos al centro para tomar uno de estos autobuses que dan el city tour pero uno se puede bajar y volver a subir varios puntos y así vimos la ciudad (yo nunca lo había hecho y estuvo divertido pues pasamos por unas calles que yo nunca había visto).

Opi, Ana y Ligia frente a las torres de Petronas, Kuala Lumpur

Miércoles, nos fuimos con Miguel, lo dejamos en el ministerio y seguimos para Malaca, donde pasamos varias horas caminando y viendo el casco antiguo. Debo confesar que fue una sorpresa agradable para mí, pues la última vez que estuve hace diez años todo estaba muy abandonado y hasta parecia que muchos de los edificios antiguos iban a desaparecer, pero como declararon la ciudad Patrimonio de UNESCO, pues se han puesto las pilas y la verdad que está muy bonito. Recogimos a Miguel de vuelta y nos fuimos a comer "chino", para seguir la tradición Cruz.

Opi, Oscar y Ana Sofía frente al Stadthuys en Malacca

Esa tarde, cuando volvimos, resulta que nuestro internet no funcionaba y resultó ser que otra vez la casera no había pagado (es un enredo porque paga via cargo a la tarjeta de crédito y la doña está en Canada). De la compañía de internet nos dijeron que podíamos hacer el pago en un cajero automático de nuestro banco, así que Miguel y yo bajamos a hacerlo aquí cerquita, pero al meter la tarjeta, se la tragó el aparato... Inmediatamente llamé al banco y cancelaron la tarjeta y ni modo, habría que hacer las vueltas al día siguiente.

Opi, Ana Sofía y Oscar, en la entrada del Palacio del Sultanato de Malacca (réplica)

Jueves, entonces, tocó ir a pagar el internet y luego al banco y por dicha en los dos lugares no pasé más de 15 minutos para que reconectaran y me dieran la nueva tarjeta de débito. Pasamos por Opi y Ana, que ya salieron con valijas y todo y nos vinimos para acá para arreglar los vuelos de ellos para Terengganu (inicialmente habían planeado alquilar un carro y manejar desde aquí) y que alguien del evento los topara y otras cosas.

Oscar listo para ir a sembrar arroz!

Casi a mediodía nos fuimos a las Cuevas de Batu, que fueron la "prueba de los 300 escalones" para los primitos y a la vuelta pasamos por Miguel para ir a almorzar "banana leaf", que creo que también les gustó, aunque sí encuentran que la comida es picantilla. Ya apuntaron cómo decir en tailandés "sin picante", ojalá les sirva.

Los primos escalando a las Cuevas de Batu

El resto de la tarde estuvimos aquí y a las cinco tomaron el taxi para el aeropuerto, pues Oscar tenía su vuelo - de una terminal - a eso de las 8 (junto con otros dos ticos que llegaron ayer mismo) y Opi y Ana, que salían a las 9 pasadas, de otra terminal.

Como a las siete me llamó Oscar, que su vuelo había sido cancelado y los habían pasado a otro que salía mucho más tarde, pero que no tenía como avisarle a Opi y Ana. Por dicha, encontré un número del aeropuerto donde la muchacha dijo que sí pasarían el mensaje. Todavía no sé si resultó o si jugaron escondido en el aeropuerto de Bangkok toda la noche...

Ya casi!

A Sergio y Bevi no les podré ver pues ellos llegaron - por separado - pero volaron casi de inmediato a Terengganu y yo salgo mañana de gira para la isla de Langkawi, donde voy a estar dos semanas pues tenemos los dos últimos grupos del año, que vienen de Hong Kong.

Así, que será sólo por teléfono que me comunique con ellos en los próximos días.

Estuvo muy rico haberlos tenido por aquí y nos reímos montones.

Otra familia, pero no son ni Fernández ni Molina...

miércoles, octubre 22, 2008

La carrera de 10 km de Mizuno

El domingo 19, el club de los Pacesetters tenía organizada una carrera de 10 km, patrocinada por la marca Mizuno y otros. Esta carrera es muy popular (según Miguel por la camiseta y el cupón de 30% de descuento que regalan), así que me había apuntado desde hace varias semanas.

Sin embargo, debo confesar que no había estado entrenando muy seriamente; estaba haciendo 5 km en el "treadmill" tres veces por semana y se me habían atravesado varios viajes muy intensivos a Tiomán, donde simplemente no hubo tiempo para salir a correr.
Aún así, durante la última visita a la isla, el programa de trabajo no empezaba sino hasta las 8am, así que eso me daba tiempo de salir a dar una vuelta usando el caminito costero que conecta los pueblitos (la playa es muy rocosa y con mucha pendiente, no sirve para correr). Así que salí varias mañanas a correr y, por supuesto, el resto del día tocó nadar o caminar con los estudiantes.
Pues llegó el domingo, mi amigo Alex pasó por mí para ir al parque de Lake Gardens, donde empezaría el evento y cuando llegamos ya aquello estaba como un hormiguero. Casi 4000 personas se inscribieron y calculaban que otras mil participarían "sin número", así que encontrar donde dejar el carro fue la parte más difícil del evento.

Esta fue la primera vez que usaba un "chip" - el club los acaba de obtener este año - y me hizo gracia pues éstos son como unos botones tamaño familiar que hay que amarrarse con los cordones de las tenis.


El ambiente era festivo y todos nos fuimos acercando a la salida; los que se sentían más veloces al frente y nosotros los "lenticos" más atrás, pero con el molote era como si estuviéramos acercándonos a la tarima de un concierto. Cuando sonó la corneta de salida a las 7:30, apenas si podíamos ir caminando despacito, casi como en procesión y esto duró por unos ciento cincuenta
metros y ya después se empezó a desgranar el asunto y ya empecé a pasarle a alguna gente mientras otra gente me pasaba a mí.

Esta vez le dieron vuelta a la ruta, lo cual redujo - a mi parecer - la cantidad de cuestas, o por lo menos las más empinadas fueron en bajada, así que sentí que estuvo más fácil que en otras ocasiones. La cosa es que como sentía que iba en plano o para abajo, le puse más ganas, pensando en bajar la velocidad cuando llegara a las subidas - donde de hecho caminé un poquito un par de veces. Pero me sorprendí cuando ví que llegábamos a la estación de agua, que está a medio camino y llevaba 28 minutos, así que decidí ir un poco más suave para no fundirme, especialmente porque venían las cuestas.

Cuando ya faltaban unos 150 metros, vi que Miguel había llegado a verme terminar la carrera (tal vez para comprobar que sí corro y no me voy a tomar "teh tarek" mientras dura la carrera) y eso me dio otro impulso para el último jalón. Al final, pasé la meta en una hora y siete minutos.

Ahora, el reto por delante es la carrera Great Eastern del 19 de enero. Las opciones son 30 km o 20 km; para mí será la última, espero!