lunes, junio 30, 2008

Angkor


Ahora en junio, fuimos por tres días a Cambodia para visitar Siem Reap y el Parque Arqueológico y Patrimonio de la Humanidad de Angkor. Este incluye los restos de las capitales construidas entre los siglos 10 y 13 durante el auge del Imperio de los Khmers, y lo que sobrevive son las ruinas de los templos, que según parece, eran los únicos edificios de piedra.

De nuevo, aprovechamos las tarifas de AirAsia - la línea aérea malasia barata -, que han hecho que la terminal de bajo costo parezca más como una parada de autobuses que un aeropuerto. En estos vuelos, empezando por el agua, todo se tiene que comprar y los pasajeros no pueden llevar su propia comida; la tripulación vende comidas y bebidas (a precios aceptables), luego vende souvenirs y por último, entre vuelos, limpia el avión, que en media hora sale de nuevo.

El aeropuerto de Siem Reap está nuevito y es muy abierto y bonito. Nosotros habíamos reservado en una casa de huéspedes (Ei8ght Rooms) que ofreció toparnos y al llegar nos esperaba Lumboh (no estoy segura si es así que escribe su nombre) en su "tuk-tuk" (que en Cambodia es una moto que jala un coche pasajeros, y también los hay "de carga").

Nuestra intención inicial era de alquilar bicicletas desde el primer día para ir a Angkor (son como 7-8 km de Siem Reap), pero al llegar a la casa de h
uéspedes, nos argumentaron que estaba lloviendo todas las tardes, que era muy largo y que Lumboh, nos llevaba por todo el día, esperándonos en cada lugar, por sólo USD12... Así que acabamos usando por dos días los servicios de este simpático y super servicial muchacho, que todavía está aprendiendo su inglés y que no hace mucho consiguió su permiso para ser chofer de "tuk-tuk".

El tercer día, decidimos alquilar las bicicletas, unos "portones" que eran adecuados para andar por allí, que es totalmente plano, aunque yo tuve mejor suerte que Miguel, a quien le tocó una con un asiento bien incómodo (pero bueno, por un dólar por el día, no podíamos esperar otra cosa!!).

Aunque las calles con todavía algo angostas, hay mucho espaldón de tierra (y por tanto, polvazal) y además, en Siem Reap al menos, todavía hay más bicis y motos que carros (aunque hay cantidad de busetas de turismo). De hecho, la brecha económica se ve en las calles: muchas bicis, muchas motos, muchos Lexus y Mercedes Benz y unos pocos carros intermedios...

Dentro de Angkor, hay toda una población que vive de los visitantes: guardas, equipos de limpieza y mantenimiento, ventas de souvenirs, de
frutas, de bebidas, de libros. Cada vez que uno se acerca a la entrada a un templo, varias personas, en su mayoría chiquitas, se acercan a ofrecer bebidas, postales y souvenirs. Conversamos un poco con tres chiquillas de unos 9 años, muy vivas, que explicaron que van a la escuela en la tarde y trabajan en la mañana. Cuando preguntaron que de donde éramos y Miguel dijo que de Costa Rica, dijeron que ese lugar no existía... Asumo que su geografía se basa más en los lugares de donde llegan la mayoría de los visitantes.

Día 1


Existe una clara definición entre los choferes de taxis y tuk-tuks y los guías, que están uniformados y llevan una clara identificación todo el tiempo, así que los choferes no pueden entrar a los templos con los turistas (para que no "camaroneen" de guías) y en un templo, se nos acercó un muchacho a ofrecer que nos explicaba del lugar y de pronto salió corriendo a esconderse pues venía un guarda!

En las entradas a muchos de los templos hay como un "bulevar" donde de un lado hay una fila de estatuas de dioses y del otro lado, una fila de estatuas de demonios (representando la dualidad de bien y mal), aunque desafortunadamente casi todas las estatuas están "descabezadas" (según Lumboh, "se las llevaron los tailandeses", nada como el vecino para echarle la culpa).

Los templos están llenos de bajorrelieves representando dioses, demonios, bailarinas, ejércitos, animales terrestres y marinos y hasta un estegosaurio!!


La religión de los Khmers era inicialmente hindú y luego vino un rey que se convirtió al budismo, así que hay adiciones de Budas, pero luego vino otro rey un par de generaciones después, que volvió al hinduismo y por tanto, mandó a desfigurar muchas de las estatuas y relieves de Buda... Suena familiar con algunas religiones monoteístas?

Día 2


En cuanto a lo culinario, nos encontramos la herencia de cuando fueron colonia francesa al ver los baguettes en canastos a la venta a la orilla de la
calle y nos dimos gusto desayunando en un café donde nos servían dos tajadas de un pan integral muy rico y un croissant, con mantequilla y mermelada. Las otras comidas son bastante similares a comida tailandesa, tal vez un poco menos picante y el último día encontramos una venta en el mercado donde ofrecían saltamontes "asados", pero luego de una corta consideración, decidimos no probarlos.
La última tarde visitamos el mercado, donde Miguel puso en práctica sus habilidades de regateador y compramos algunos recuerditos.

El lugar nos pareció impresionante y realmente valió la pena. La visita la hicimos a nuestro propio paso, usando una guía que compramos allí. La pasamos muy rico!

Día 3

lunes, junio 16, 2008

Bali

Durante todo el tiempo que hemos pasado por esta parte del mundo, la gente siempre habla de sus vacaciones en Bali, ya sea por las playas, el buceo, las montañas, la cultura, mientras que nosotros, lo más cerca que habíamos estado fue en noviembre de 1999 cuando atravesamos el estrecho que separa esta isla de la isla de Lombok, pero no paramos pues no teníamos permiso para el barco ni visa para mí.

Ahora que ya nos queda menos de un año en Kuala Lumpur, hemos planeado un par de viajes a lugares que no queremos irnos sin ver, incluyendo Angkor Wat en Cambodia, donde iremos el próximo 20 de junio.

También, se presentó la oportunidad de que mi prima Oly y su hija Michi estarían en Bali y podríamos vernos. Una vez que tuvimos una fecha, rapidito me metí en la página web de Air Asia – la línea aérea barata de aquí – y conseguimos boletos bastante cómodos para ir de lunes a sábado. Yo tuve que ir a sacar visa de turista a la embajada indonesa aquí en Kuala Lumpur y Miguel pudo obtenerla al llegar al aeropuerto.

Lunes, después de tres horas de vuelo, llegamos al aeropuerto de Bali y de ahí fuimos a Kuta, donde acabamos en el Hotel Mastapa Garden, con jardines muy lindos y verdes, personal muy agradable y cuartos algo venidos a menos.

Kuta es una locura de hotelitos, hotelotes, bares y restaurantes – casi todos con servicio de internet inalámbrico -, centros de internet, tiendas de surf, y tiendas de souvenirs, con una avenida (léase un carril y medio) paralela al mar yendo al sur y otra similar costera yendo al norte, conectadas por cien callejones donde apenas cabe un carrito.

En la playa, docenas de personas se te acercan a tratar de venderte souvenirs, un fresco, una cerveza, un masaje, un manicure... a la vez que hay gente mejengueando fútbol y en el mar hay cantidad de surfeadores, pues hay buenas olas.

La moneda indonesa – la Rupiah – se cambia oficialmente a unas 10,000 rupiahs por un dolar, así que se imaginarán los enredos de ceros que esto puede significar. Yo había cambiado algo en KL y en Bali tuvimos un par de intentos de que nos metieran “diez con hueco” al cambiar (cosa que nos habían advertido), así que terminamos usando los cajeros automáticos con la tarjeta.

La impresión que nos quedó de los balineses es que son gente muy amable, tal vez por su cultura pero también porque son muy concientes de la importancia de los turistas. Como dijo Miguel: “aquí hasta el tipo que trató de estafarnos cambiando plata no dejó de sonreir cuando nos dimos cuenta y lo mandamos al carajo”...

En general, el saludo incluye la pregunta que de donde es uno. Pero en los lugares turísticos, pueden ser una peste, tratando de vender chunches, servicios y nos cuentan que en algunas ocasiones hasta quieren cobrar por que uno toma una foto desde “su lugar” (como nos ocurrió en Egipto).

La mayoría de los balineses son hindúes y su versión se ha combinado con las tradiciones locales anteriores. Una característica predominante es la presencia continua de ofrendas por todo lado: aceras, entradas a casas, a tiendas, a bancos... La mayoría son hechas como cajitas de hoja de plátano donde ponen flores, algo de fruta y a veces hasta galletas y chocolates. No esperan que uno ande capeándolas y pronto están aplastadas y es un reguero por todo lado.

También, en todas las casas y negocios tienen un altarcito en un pedestal que es como un trono vacío (donde se supone están presentes las tres deidades principales) que también tiene ofrendas.

Estas ofrendas son por supuesto, la fuente principal de alimento de perros callejeros y en algunos templos, de monos macacos.

Hay cantidad de templos, grandes y pequeños, en cuanto caserío pasamos y todos se ve que son visitados y están llenos de ofrendas.

Los primeros días alquilamos una moto pues pensábamos ir a lugares cercanos y esperábamos tener noticias de Oly.

El problema es que la parte sur de la isla es una sola zona urbana sobrepoblada y desarrollada. Martes, para ir de Kuta a Ubud (unos 30km), hay que pasar por Denpasar (la capital), pues es la única manera si se trata de seguir los escasísimos letreros y señales que hay en las carreteras, ayudado de múltiples paradas a preguntar direcciones. Esto fue similar a hacer el trayecto de Tibás a Heredia via Santo Domingo, donde tal vez quedan un par de solares entre la fila casi ininterrumpida de tiendas, talleres, mueblerías, etc., con la diferencia de que allí eran arrozales en vez de cafetales.

Además, la situación se complica pues es todo en calles de dos carriles y además de carros hay gran cantidad (bueno, un aterro) de motos, incluyendo en la que íbamos nosotros. Por dicha, tanto carros, motos, bicis y peatones consiguen compartir los dos carriles de la calle bastante bien, aunque a ratos yo contenía el aliento para ver si me hacía más “angosta” al pasar entre carros y demás.

Ubud es un centro de arte y artesanía y además en las afueras hay varios templos en un lugar que llaman el Bosque Santuario de los Monos Sagrados. Los templos son abiertos y llenos de figuras de dioses y, asumo que diablos, pues algunos parecen monstruos y otros son figuras de animales. Y sí, hay varias familias de monos macacos que los visitantes alimentan con frutas.

Caminamos también entre las tienditas, viendo la gran variedad de artesanías que tienen: batiks, trabajos en madera y en piedra, en coco, en plata, etc. Miguel hizo uso de sus habilidades de regateador y salimos con una máscara de madera y un par de títeres típicos, pagando menos de la mitad de lo que nos cobraron de entrada. Yo mientras tanto me iba a ver otras cosas pues soy una inútil en ese arte.

Miércoles, salimos en la moto a recorrer la “costanera” hacia el este (parece que esta “costanera” es algo como la tica, nunca la terminan...).

De camino, Miguel vio una mueblería donde el dueño (Simply Tan, sí así se llama) nos mostró las “sillas steamer” de teca que hemos buscado, así como opciones de mesas y sillas, mientras nos echaba un largo cuento sobre las cosas que eran “first quality”y las que eran “second quality” porque según él a la gente le gusta cambiar muebles cada dos años y prefieren algo barato, bla, bla, bla. Al final, salimos con un catálogo, una lista de precios y su tarjeta y la duda de cómo saber si nos iría a vender “first or second quality”...

Seguimos hacia Sanur, que resultó ser una playa viendo al sur, todavía turística, pero mucho más tranquila que la zona de Kuta y Legian. Allí nos tomamos un café muy singracia en un lugar lleno de arbolitos bonsai preciosos, caminamos un poco y seguimos.

Más adelante, nos metimos por una callecita de un pueblo y pasamos entre las terrazas de arroz, que no son grandes cultivos, sino pequeñas parcelas, a menudo “cercadas” por matas de yuca u otra planta. También había casitas de los agricultores, con sus altares.

Llegamos hasta Puri Goa Lawah, que es el Templo de la Cueva de los Murciélagos, que está frente al mar, para proteger de los posibles diablos que vengan por ahí. Para entrar a los templos, piden que los turistas se pongan un saron y una cinta a la cintura; aquí nos trataron de vender los sarongs antes de que nos diéramos cuenta que en la entrada te los prestan incluidos en el precio de la entrada.

Lunes y martes en la nochecita, fuimos a comer a un restaurante frente al mar en la playa de Legian. Según parece, desde que ocurrieron las bombas en el 2002, muchos hoteles y restaurantes de lujo ahora revisan carros y hasta tienen detectores antes de entrar. En esa playa, lo que han hecho es cerrar de un lado y sólo entran los que van a comer. Este lugar estaba muy simpático y la comida muy rica. La comida indonesa es muy similar a la malaya, pero no se lo digan a ninguno de ellos y la gran diferencia de Bali es que como son hindúes, ellos sí comen cerdo.

Pues llegó miércoles y nada que oíamos de Oly. Revisé email en la mañana y no había nada, así que le mandé un email. Cuando volvimos en la noche, encontramos un email de ella con su número de teléfono indonesio, al cual la llamamos y ya nos pusimos de acuerdo para vernos viernes, pues ya nosotros habíamos planeado salir de Kuta al día siguiente.

Jueves, cambiamos la moto por un carro que resultó ser un modelo “indonesio” de Toyota con carrocería como de doble tracción pero sin doble tracción, tieso como un lagarto enyesado pero por US$12 el día, no podíamos quejarnos.

El objetivo principal era salir de Kuta y sus alrededores y ver si llegábamos a las montañas, que están en la parte norte de la isla. Nuestra amiga Maggie nos había recomendado un lugar llamado Munduk y para allá nos fuimos.

Por supuesto, los primeros 45 minutos tratando de salir del área de Kuta/Denpasar nos perdimos varias veces hasta que finalmente llegamos a un punto donde según el mapa “no había perdida” para subir hacia Bedugul y la zona donde hay tres lagos de origen volcánico: Bratan, Buyan y Damblingan que están como a 1000 metros de altura, rodeados de varios picos pequeños (el volcán más grande y activo de la isla, Gunung Abang, mide 2152 metros y está al este de la isla).

Todo el camino hasta pasado el segundo lago resultó ser áreas pobladas con áreas de cultivo donde empezamos a ver frijoles, maíz, zanahorias, lechugas, chayotes, cebollas y repollos. Al lado del segundo lago hay un valle lleno de hortalizas y fresales y luego, ya un paisaje más rural donde combinan café robusta con arbustos de “pastoras” que vimos como las cortaban y sacaban en camiones, tal vez para ofrendas.

Pronto empezamos a bajar a un valle que nos hizo pensar en una mezcla de altiplano guatemalteco y Orosi y por una carretera que era como bajar a la Virgen de Sarapiquí hasta hace unos años: parada, angostica y con unas curvas de miedo. Allí, llegamos a las Cabinas Lumbung Bali (http://www.purilumbung.com) que resultaron preciosas, con un paisaje lindo y la gente divina.

Salimos a caminar por un senderito que va siguiendo un canal de riego que viene de una catarata. A lo largo del recorrido, íbamos por parcelitas de cultivos mixtos: árboles de clavo de olor (primera vez que los veíamos), café robusta, algo de arábiga, cacao, bananos, durian, uno que otro naranjo o limonero, papaya y en las orillas, yuca, frijoles, caña de azúcar y ornamentales. En el canal, tenían también jaulas hechas de bambú con peces. De camino, topamos a varios campesinos, siempre saludando y sonriendo. Más abajo, había terrazas de arroz entre los cultivos mixtos.

En la noche, mientras comíamos, tuvimos un grupo musical tradicional y dos muchachas locales que se transformaban en el momento en que empezaban a bailar. Muy lindo.

Con todo y que no es tan alto, como las cabinas son bastante abiertas, resultan frescas, así que hubo que abrigarse.

Viernes, caminamos un poquito en la mañana y luego nos quedamos disfrutando de la cabina hasta mediodía, que ya salimos de vuelta. De camino, paramos en un restaurante donde hacen demostración del tostado y molido tradicional del café. El señor nos enseñó como tenía café robusta y arábiga y cómo los mezclaba y eso era lo que vendía.

Un poco más adelante, decidimos parar para un antojo de fresas. En Malasia, las fresas son importadas y carísimas, así que nos invitamos a fresas con helados y luego un jugo de fresas. Allí vimos que también hay aguacates en la zona, pero no tenían en venta.

El viaje de regreso fue más directo (léase, menos vueltas equivocadas) y pronto llegamos a Canggu, donde Oly y Michi se estaban quedando. Aquí, luego de que nos habíamos logrado comunicar sin problema con los celulares, de pronto al chunche no le daba la gana mandar mensajes o conectarme con el teléfono de Oly. Decidimos entonces buscar un restaurante que nos habían recomendado allí, el Beach House, donde nos sentamos a tomarnos un agua hasta que finalmente nos pudimos comunicar con ellas y quedaron de llegar allí.

Se imaginarán el silencioso saludo que nos dimos y luego la volada de pico, interrumpida nada más por un pescado delicioso que nos comimos. De allí, nos fuimos con ellas a la casa donde se están quedando, que resultó ser un caserón muy lujoso, de decorador y de todo.

Entre las mil y una cosas que hablamos, de pronto, Oly quizo enseñarnos una suéter que se compró y nos quería demostrar cuan original es. El problema es que dicha suéter no traía libro de instrucciones ni número de teléfono para “soporte técnico”... Nos reímos horrores tratando de decifrar cómo se ponía!

A medianoche ya salimos para el hotel en Kuta (a unos 15km) y hasta que respiramos aliviados cuando habíamos parqueado el carro allí, pues el tráfico estaba igual de pesado que de día.

Sábado en la mañana, dimos una vuelta por las tiendas cerca del hotel, buscando un dragón que Miguel quería y un cometa para mí.

Por todo lado, donde quiera que haya un campito, se ven todo el tiempo docenas de cometas en el aire, a veces parece que de un pequeño patio consiguen elevarlas bastante y se mantienen estables. Vimos grupos de chiquillos cargando algunas más grandes que ellos. Así que yo me antojé de una también!! Conseguí una de un dragón amarillo y será en enero que la pruebe en La Chinchilla.

A mediodía, salimos de vuelta para el aeropuerto, ya listos para volver a la casa. Ya vimos Bali y tal vez no vimos todo lo que nos hubiera gustado, pero fue suficiente para nosotros.

Visitas

Hace dos semanas, vinieron de visita desde Ipoh (ciudad al norte de Kuala Lumpur) nuestros amigos Alex y John con sus tres hijos. Para la ocasión invitamos también a Mónica y Steven y sus dos hijos.

Como era la primera vez que tendríamos una alta población infantil en el apartamento, nos aseguramos de que el lugar estuviera “child-proof” dado que las edades iban de los 4 a los 8 años.

El plan era agotarlos un rato en la piscina para que luego nos dejaran comer algo juntos y ambas madres previsoras recomendaron tener listas algunas películas para conectarlos a la “chupeta electrónica”. La película de dibujos animados que la tía Ligia propuso no fue bien aceptada, así que Alex sacó de su bolsa “Transformers”, la cual según parece todos casi se saben de memoria y con ésta se sentaron más o menos tranquilos mientras los adultos comían y conversaban, aunque en un par de ocasiones, la pequeña Rebeca decidió perseguir a su nuevo amiguito Mathew y las dos madres me volvían a ver si yo andaba de casamentera.

Estos son Mathew Lam, a la izquierda y
Mathew Trott, a la derecha. Saben cual es el mayor de los dos? Mathew Lam va a cumplir ocho años, Mathew Trott, tiene cinco...